“La
verdadera creatividad suele empezar donde termina el lenguaje” Arthur Koestler.
Por muchísimo
tiempo hemos asociado a la creatividad con los grandes genios e inventores,
dándole un tinte de exclusividad, como si fuera un don que por sí mismo selecciona a quien seguramente hará uso
exitoso del mismo.
Pues déjenme contarles
que esta y otras concepciones acerca de la creatividad son erróneas, ya que el
principio creador se expresa en todas las áreas de la actividad humana, tal y
como lo enfatiza el psiquiatra Albert Rothenberg[1], la
creatividad se encuentra en el arte, religión, filosofía, cocina, deportes y
relaciones interpersonales, es decir, en todo lo que el ser humano es capaz de
desarrollar para comunicar su conocimiento y relación con su entorno. Por lo tanto, la creatividad en ningún caso,
puede ser concebida solamente como el recuento de las actividades de un genio,
sino al contrario, como la habilidad de todo ser humano para traer algo nuevo a
su existencia.
Es de todos
conocido, que navegamos en un mundo de convencionalismos, normas, dogmas y
tabúes que nos impone el sentido común. Frente a esta realidad, el individuo creativo se empeña en
desarrollar la habilidad de relajarse y olvidarse en el momento oportuno de lo
que se sabe, para descubrir algo nuevo o relacionar lo impensable con lo que es
catalogado como conocido y comprendido.
Lo anterior no quiere decir que se
debe desechar por completo lo aprendido, pues los conocimientos adquiridos son
los que nos dan la plataforma para querer buscar y descubrir algo nuevo,
relacionando e integrando de formas distintas lo que ya conocemos. He aquí la
creatividad pura universal.
Ahora bien, también la experiencia adquirida a lo largo de
la vida y el desarrollar una mente curiosa, suelen ser indispensables para
echar andar el proceso creativo, pues de ellas nace la habilidad de formular
nuevas preguntas, elemento que para el mismo Albert Einstein es más importante
que encontrar las respuestas y soluciones de las mismas.
Dicho lo anterior,
para ser creativos, indiscutiblemente se necesitan momentos de reflexión, de
encuentro con lo que creemos y cuestionamos, no es un tema de muchas horas sino
del tiempo oportuno, que tarde o temprano nos hará más productivos en toda
actividad que realicemos.
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