Con el paso de los años, DIANA sobrevivió a diversas dificultades, debidas al período del conflicto armado en El Salvador, la guerra con Honduras, la expropiación de bienes en Nicaragua, terremotos e incluso se recuperó de un incendio en sus instalaciones producido por una falla eléctrica en 1989, este consumió la planta de empaque y la bodega de materia prima. Sin embargo, el problema más fuerte que ha vivido la empresa de boquitas salvadoreña fue en 1998, cuando Don Pablo Tesak, uno de los fundadores, tuvo diferencias irreconciliables con el resto de accionistas, grupo que dirigía y todavía lidera Sonia Barrera, quien tras la muerte de su esposo Max Olano (el otro fundador) había heredado su parte en la empresa.
Fue así como Don Pablo salió de la administración de DIANA, aunque siguió controlando el 50% del capital empresarial. Hoy en día, existen dos grupos de accionistas, uno dirigido por Sonia Barrera y otro que encabeza Pablo Tesak, quien emprendió luego de su separación, maniobras judiciales acusando a la gestión de Sonia Barrera de “administración fraudulenta”. Hugo Barrera niega lo anterior y argumenta que Don Pablo fue separado de Diana porque se probó el conflicto de intereses que generó su decisión de crear Bocadeli, una empresa similar a DIANA.
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